Las orientales pueden ser el apetito de muchos por su clásica fisonomía y cuerpos espectaculares. Un afortunado se encuentra con la japonesa Rai que acaba de perder el tren por caprichos del destino o por falta de dinerito, pero la solución está al alcance de su cuerpo. Cómo un improvisado salvador, este desconocido afortunado se cruza en su camino. No duda en ofrecerle un intercambio en que ambos queden totalmente satisfechos. Ella sabrá agradecerle de mejor modo su ayuda, aunque deba de hacerse zorra, no dudará para que le paguen su boletico. Sólo es cuestión de llegar a un acuerdo satisfactorio.
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