Hasta a la más recatada le gusta mamar vergas y a cada zorra le llega su momento de ser puta. Esta es la emocionante historia de un americano que viajó a Japón en busca de nuevos sabores y colores en el amplio mundo de las vaginas y se topó con dos amigas nuevas algo tímidas, pero sin duda bien calientes. Ellas lo acompañaron amablemente hasta su hotel y en un abrir y cerrar de ojos ya estaban frente al macho alfa con la polla más grande y gruesa que habían visto en sus vidas. Las chicas se hicieron de rogar un poco, pero finalmente el cachondeo les venció la partida.
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