Han pasado varias semanas desde la última vez que esta abuela echó un polvo con su marido. Y es que, a esta edad ya uno no se puede estar dando el gusto de follar todos los días. Las calenturas de la
abuela no cesan y la cadera de su marido ya no es la misma que la de hace unos años. Pero su polla si que lo es. Una polla dura y jugosa. Así que, ya desesperada por el calor de su coño, decide ella hacer las maniobras. Va y le come la polla a su marido y lo cabalga como uno bestia indomable hasta que le rellena toda de leche.
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